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En Francia también nos matan por maricones

En Francia también nos matan por maricones
Internacional

Ocho asesinatos homófobos desde 2015 y siete intentos de asesinato es la cifra que conoce el periodista Matthieu Foucher gracias a un seguimiento propio de estos delitos en su país. En Francia, la homofobia obliga a los homosexuales a esconderse y explica la prevalencia del riesgo de suicidio o de agresión.

Los periodistas Nicolas Framont y Thibault Izard trazaron un cuadro de la homofobia en Francia en un artículo en Frustration Magazine. “Ser homosexual es todavía una mierda”, titularon el artículo, donde abordaban cómo homofobia de la sociedad francesa obliga a las personas homosexuales a esconderse. Francia acabó con la criminalización de las personas homosexuales en el Código Penal y, en 2013, autorizó los matrimonios entre personas del mismo sexo. Estos cambios legislativos han permitido que las mujeres y hombres homosexuales que viven en Francia ya no sean perseguidos o limitados en sus derechos por su orientación sexual.

Pero este progreso político, mantienen los autores del artículo, oscurece con demasiada frecuencia las condiciones de vida del 5 al 10% de los franceses no heterosexuales. Es un colectivo que sigue sufriendo discriminación o desprecio en el plano social. Empieza con el insulto y sigue con la imposición del modelo heterosexual, desde la infancia y en el resto de la vida, explican los autores. Dicha situación sobreexpone los homosexuales al suicidio y a la depresión. Según un informe del Senado francés del 2013, el 30% de los homosexuales de menos de 25 años intentaron suicidarse. Se trata también de una homofobia económica, ya que en Francia los hombres homosexuales ganan de media menos que sus homólogos heterosexuales —un 6,2% menos— y tienen una tasa de desempleo dos veces mayor. Esa realidad conduce entre uno y dos millones de personas LGTB a esconder su identidad en el entorno laboral.

El periodista Matthieu Foucher investiga los asesinatos homófobos en Francia: “Los únicos artículos sobre asesinatos que encontré estaban en la categoría de sucesos y sin mención del carácter homófobo; en realidad debe haber mucho más pero no se comunica o se comunica mal”

Además, el país ha sido testigo de ocho asesinatos homófobos desde 2015, a los que hay que sumar siete intentos de asesinato. Esta cifra, un total de ocho asesinatos conocidos en seis años, es el resultado de una investigación que realiza actualmente Matthieu Foucher, miembro fundador de la revista Friction y periodista, que denuncia la invisibilidad de estos asesinatos en los medios. “Empecé a interesarme por el número de asesinatos de homosexuales hace unos meses. Cuando me enteré de estos ocho asesinatos, me perturbó. Si incluso yo, activista y periodista marica, no los conocía entonces la gran mayoría tampoco. Se piensa a menudo que los gays somos más inmunes a la violencia y que somos los más aceptados de la comunidad LGBT”, dice Foucher.

“Los únicos artículos sobre asesinatos que encontré estaban en la categoría de sucesos, publicados años después del hecho y sin mención del caracter homófobo. He podido encontrar estos asesinatos en unos pocos clics en Internet. Para mí, esto es solo la punta del iceberg, en realidad debe haber mucho más pero no se comunica o se comunica mal”, explica Foucher. Según él, la poca visibilidad se debe a la falta de atención por parte de las instituciones y los medios de comunicación, pero también a la falta de redes de activistas suficientes para movilizarse.

Unas 200 personas acudieron a la concentración del 11 de julio en París tras el asesinato de Samuel

Un MeeToo gay

La violencia contra las personas homosexuales captó la atención de la sociedad francesa a principios de este año. El 21 de enero de 2021 Guillaume T., un joven estudiante, denunció en Twitter la violación que había sufrido por parte de una pareja gay que le había acogido y acabó con su vida dos semanas después. En pocas horas, miles de mensajes de apoyo y de testimonio responden a la denuncia de Guillaume. Colectivos LGTBIQ+ y feministas demuestran también su apoyo, y así nace y explota la etiqueta #Metoogay.

“Había publicado un artículo sobre el tema de la violencia sexual que sufren los hombres homosexuales. Lo veía en mi círculo y en las redes mucha gente me hablaba de ello. Está claro que hay una sobrerrepresentación de víctimas entre los hombres homosexuales pero nadie habla de ello. Durante el movimiento #Metoo, esta cuestión no se había abordado directamente, por lo que era importante lanzar nuestro movimiento. Necesitabamos una palabra colectiva marica sobre estos temas”, dice Foucher cuyo artículo publicado en septiembre y que se preguntaba si era posible en #MeToo gay ayudó a lanzar el movimiento en las redes.

El asesinato de Samuel Luiz en España el 3 de julio removió también a parte de la comunidad LGTBIQ+ en Francia y más de doscientas personas se reunieron en París contra las agresiones homófobas.

En este contexto, el asesinato de Samuel Luiz en España el 3 de julio removió también a parte de la comunidad LGTBIQ+ en Francia y más de doscientas personas se reunieron en la avenida Marceau, en el distrito 8 de París, frente a la embajada española unos días después, el 11 de julio, en una concentración promovida por la revista Friction.

Leslie Préel, fundadora de esta publicación, explica cómo se gestó esta convocatoria: “Tras la muerte de Samuel Luiz y la movilización en España, dijimos que teníamos que reaccionar. Tuve que insistir, siendo lesbiana, porque las compañeras maricas dudaban. Había miedo a presentarse ante otras minorías. Existe la idea de que las maricas son privilegiadas y que ocupan demasiado espacio. Quería que pusiéramos esto en perspectiva, a menudo olvidamos que todavía hoy matan a maricas”.

Un chico asiste a la concentración por Samuel en París.

En su revista online, Friction había publicado una traducción del comunicado del Movimiento Marika de Madrid que organizó la concentración en la Puerta del Sol en Madrid el 5 de julio. Para Préel, la concentración fue sobre todo un acto de solidaridad: “Hubo un asesinato en España, pero esto también ocurre en Francia, como el reciente ataque homófobo en Córcega. La idea es construir la solidaridad a nivel internacional y recordar que se trata de una violencia sistémica que se puede encontrar en toda Europa”. “Tenemos que alejarnos de la idea de que los gays son privilegiados, es negar la realidad y perder la posibilidad de construir alianzas”, concluye Préel.

Matthieu Foucher pone en valor una concentración que considera atípica: “Fue la primera vez que vimos una concentración para denunciar un asesinato gayfóbico”, explica, aunque lamenta que violencia homofófica aun no moviliza a las masas ni logra difusión más allá de los entornos afines.

Para Foucher, el #Metoogay y la concentración en homenaje a Samuel no son suficientes, pero son un comienzo: “Estamos al principio de algo, ahora están saliendo muchos testimonios de violencia. Pero aún queda mucho por hacer. Todavía tenemos que crear grupos de discusión, escribir textos. Tenemos que empezar a cambiar la cultura gay, especialmente en el tema del consentimiento, y plantear estas cuestiones en nuestros clubes y fiestas”.

Para Préel y Foucher, la manifestación es una prueba de la necesidad de una mayor consciencia sobre la gayfobia. La duda sobre la organización de la concentración, la falta de difusión de la violencia que sufren los gays en Francia y la ausencia de otras organizaciones que visibilicen y movilicen sobre estos temas son signos de la falta de organización marica en el país. “Si no lo hacemos nosotros, nadie lo hará. Los recientes acontecimientos deben ser un electrochoque para nosotros, para reconstruir una voz colectiva marica. Tenemos que aprender a confiar en los demás, a tener más amabilidad y hermandad entre maricas. Todos ganamos con una mayor autoorganización marica, es una forma de tender puentes entre los diferentes movimientos”, concluye Foucher.

“Tenemos mucho que aprender de lo que ocurre en España, en términos de autoorganización marica. También es el caso del movimiento feminista y de otras minorías que consiguen visibilizar los casos de asesinato y violencia, para politizarlos y movilizarse”, dice Foucher.

Fuente: El Salto

 

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