Esto ocurre 48 horas después de que el Tribunal Supremo ruso prohibiera el movimiento por considerarlo «extremista»
Horas después de que el movimiento internacional LGBTI fuera prohibido en Rusia, la policía ha llevado a cabo varias redadas en clubes gays en Moscú. Durante la noche del viernes al sábado, según han informado medios locales, los agentes han acudido a al menos cuatro locales. Uno de ellos es el bar Mono en el bulevar Pokrovsky, tal vez la discoteca gay más famosa de la ciudad. También acudieron al club Secret, cerca de la céntrica estación de metro Kurskaya, y al Hunters Party, no muy lejos del Kremlin, donde, según el canal de Telegram Ostorozhno Moskva, hubo varios detenidos, aunque el Ministerio del Interior de Rusia no hizo comentarios al respecto. En todos los sitios, la policía realizó redadas con el pretexto de buscar drogas. El patrón común es que todos son de clientela principalmente gay.
El Tribunal Supremo de Rusia prohibió el pasado jueves el movimiento LGTBi, que considera «extremista», fallo que ha desatado una ola de indignación entre las minorías sexuales y también en ámbitos que han permanecido en silencio tras el inicio de la invasión rusa de Ucrania. La presentadora Ksenia Sobchak publicó una foto suya con una insignia con la bandera gay: «Ésta es la ley más represiva y cruel de los últimos años», dijo en Instagram, una red social prohibida en Rusia desde que se disparó la represión en 2022. Varias figuras públicas hicieron gestos similares antes y después de Sobchak.
Rusia prohíbe tanto la «propaganda y la publicidad homosexual» como «el generar interés y animar a integrar las filas» de este colectivo. Pero al catalogar como «extremista» al «movimiento LGTBi internacional» -que oficialmente no existe en Rusia- el cambio ya reside en que ya no hay en juego multas, sino prisión. El cargo de «extremismo» ya ha sido usado contra los activistas de la Fundación Navalny, con resultado de múltiples órdenes de detención.
Redadas en saunas y vapores
Los agentes llegaron a los locales y pidieron los documentos de identidad a los presentes. Según el canal de Telegram Ostorozhno Moskva, la policía fotografió los documentos y después dejó ir a las personas que estaban en los clubes tras irrumpir en varias saunas esgrimiendo que buscaban drogas.
«Todo se lleva a cabo bajo la excusa de una redada habitual contra el tráfico de sustancias estupefacientes. No se detectaron irregularidades, pero echaron a perder la fiesta», dice el canal, que denuncia que en la sauna los agentes se comportaron de un modo irrespetuoso, irrumpieron parando la música y obligaron a la gente a tumbarse boca abajo en el suelo. En la fiesta había también ciudadanos extranjeros.
«Se trata de un esquema trillado, así cerraron clubes semejantes en San Petersburgo», comentó un testigo citado por el canal Sota. La gente teme ser identificada, deja de acudir, el sitio cierra y así ahorra al Gobierno las molestias de clausurarlo.
En un local gay de Moscú, el dueño avisó a los clientes de la inminente visita de las fuerzas de seguridad. «En 20 minutos la pista de baile empezó a vaciarse», dijeron los testigos a medios locales. Representantes del local informaron de que una cantante se negó a actuar allí tras lo sucedido.
El presidente ruso, Vladimir Putin, parece decidido a convertir a su país en una reserva moral frente a lo que considera relativismo occidental. Aunque aseguró recientemente que los homosexuales «también son parte de la sociedad», criticó la obsesión con la igualdad de las minorías sexuales. Recientemente, Putin se burló de estas minorías llamando transformers a los transgénero y aseveró que Occidente no debe imponer a Rusia «sus nuevas tendencias, bastante extrañas, en mi opinión, como la existencia de docenas de géneros y desfiles homosexuales».
Numerosos activistas homosexuales y juristas han reaccionado estos días recordando que, según la Constitución, Rusia es un Estado laico. Acusan al Kremlin de querer «controlar» las conciencias de los rusos.
Contra el ámbito privado
Hasta ahora, la represión contra los gays era sobre todo en su dimensión política. Pero ya empieza a notarse el endurecimiento del enfoque incluso en ámbitos que se pasaban por alto, como el del ocio nocturno. Moscú no es un caso aislado. La discoteca Estación Central de San Petersburgo anunció que cerraría porque los propietarios del local se negaron a renovar el contrato de arrendamiento con el club. Un tribunal de San Petersburgo multó a un canal de televisión por mostrar un vídeo del cantante Serguei Lazarev porque en él encontraron «propaganda LGBTi» al aparecer dos mujeres «interactuando» con sus manos.
Varias organizaciones de derechos humanos ya han informado de un fuerte aumento en el número de solicitudes de miembros de la comunidad LGTBi que desean abandonar el país.
La agenda de las autoridades rusas está claramente orientada al concepto más tradicional de la familia y los departamentos del Gobierno compiten en iniciativas. La justicia reprime, la educación alecciona y la sanidad promoverá la natalidad con nuevas fórmulas. El año que viene se introducirá el examen médico obligatorio en su lugar de trabajo y el programa incluirá un estudio de la función reproductiva de mujeres y hombres. La viceprimera ministra Tatiana Golikova recordó que el presidente Putin declaró 2024 como el año de la familia y señaló que la atención sanitaria debe cuidar «de cada familia y de cada miembro de esta familia». Pero mientras, algunas parejas temen acabar en la cárcel si se reivindican como familia.