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Las multinacionales han abrazado el Orgullo LGBT este mes. Excepto en los países homófobos

Las multinacionales han abrazado el Orgullo LGBT este mes. Excepto en los países homófobos
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Llega el mes de junio y las empresas de todo el mundo interpretan el mismo ritual. Se despojan de sus colores corporativos e incorporan en su lugar las siete franjas multicolor del arcoiris. Lo hacen por un buen motivo: el Orgullo LGBT. El acontecimiento se ha convertido de un tiempo a esta parte en una reivindicación transversal de la igualdad y la diversidad, hasta el punto de la mercantilización de su emblema, el arcoiris. Hoy apoyar la causa, muy aceptada en las poblaciones occidentales, es barato.

Por eso todas las empresas se apuntan. ¿Pero qué pasa allá donde sí tiene un coste reputacional?

El contraste. Circula desde hace unos días por las redes sociales. Algunos usuarios han observado cierta disonancia entre las cuentas europeas y americanas de ciertas multinacionales y sus perfiles en otras regiones del mundo, en especial Oriente Medio (pero no sólo: también Rusia o países de Extremo Oriente. En las primeras, marcas como YouTube, P&G, Mercedes o Microsoft no tienen reparo en vestirse de «arcoiris» para celebrar el respeto, la diversidad, etcétera. En las segundas, sin embargo, su imagen sigue igual. No hay bandera LGBT. No hay guiños al Orgullo.

¿Por qué será? Por un motivo evidente: ni los gobiernos de Oriente Medio ni su opinión pública tienen una imagen muy positiva del colectivo LGBT. En Turquía, uno de los países musulmanes más próximos al orbe cultural europeo, la celebración del Orgullo lleva siendo motivo de controversia y enfrentamiento durante años. En Arabia Saudí, Irán y otras monarquías del golfo la homosexualidad está penada por ley y su existencia se niega por las autoridades (ojos que no ven). Son incontables los episodios de represión a personas o activistas LGBT en todo Oriente Medio.

Paradoja. Llegamos así a la ironía del asunto: las marcas están mostrando su apoyo al colectivo LGBT allá donde resulta menos necesario. En los países donde su defensa abierta del Orgullo sí tendría un impacto real en la vida diaria de las personas (por su impacto mediático y económico y su capacidad para mover las posiciones de gobiernos y público) no se están mojando. Lo cual denota un interés meramente publicitario, no una inversión real en la causa, hasta cierto punto reprochable.

Si Mercedes realmente quisiera ayudar al colectivo podría empezar presionando a Arabia Saudí, por ejemplo, para que deje de represaliar a blogueros por su apoyo a las personas LGBT. No lo hace. No adopta una postura cuando más necesaria resulta (lo cual torna en irrelevante y vacío de contenido su coloreado arcoiris en Europa y EEUU).

El caso Disney. Este tipo de comportamiento interesado lleva años siendo denunciados por el colectivo LGBT. El «pinkwashing», lavar tu imagen pública apoyando la causa sólo de cara a la galería, va más allá del Orgullo. Disney ofrece un buen ejemplo: pese a que ha introducido a personajes homosexuales en sus productos más recientes, aquellas escenas donde su condición sexual se hace explícita (un beso) son recortados en mercados delicados; muchos de ellos, presentados como «el primer personaje gay de Disney» (ElsaPoe) jamás se identifican como tal.

En su descargo, es cierto que hay series y películas de nuevo cuño (Dance Academy o las nuevas iteraciones de High School Musical) donde la homosexualidad de algunos personajes sí es explícita y reconocible. Pero su radio de comercialización comienza y termina en los mercados occidentales. Allá donde hay riesgo o controversia, no hay LGBT.

Y en política. Por supuesto, esto también se traslada a la esfera política. La Administración Biden ofrece otro ejemplo palmario de la hipocresía que domina a gran parte del discurso público durante el mes del Orgullo. Las embajadas ondearán la bandera arcoiris a lo largo de junio… Pero sólo en los países donde no ofendan. En aquellos donde su aceptación sea más difusa o donde los gobiernos aún la penalicen no se izará. Cualquier capital simbólico que el gesto pudiera tener desaparece.

Para este viaje no hacían falta tantas alforjas.

Fuente: magnet

 

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