La diversidad sexual en Rusia ha sido un tema tabú y objeto de persecución durante mucho tiempo. La homosexualidad, que fue despenalizada en 1917, volvió a ser penalizada en 1933, y despenalizado en 1993. Desde los tiempos de Pedro El Grande ha sido un desfile de leyes en las que se penaliza, se avanza unos pasos, para volver a retroceder. El actual es uno de esos momentos de retroceso a toda velocidad. Es una muy mala hora del movimiento LGBTQ+.
Aunque no existe una lista exhaustiva de personajes históricos, artísticos o políticos rusos que hayan sido homosexuales o bisexuales, se sabe que hubo varios destacados miembros de la nobleza rusos que lo fuero abiertamente durante la época zarista y destacados artistas e intelectuales en los primeros años de la Unión Soviética. Entre ellos se encuentra el filósofo Konstantin Leontiev, que era bisexual, y el director de cine Serguéi Eisenstein, era homosexual. También se ha hablado del príncipe Félix Yusúpov, quien asesinó a Rasputín y se casó con la princesa Irina. En su biografía aclara su orientación sexual y hace una defensa de la homosexualidad.
Actualmente, la comunidad LGBT+ en Rusia enfrenta una situación difícil debido a las leyes que restringen sus derechos y la estigmatización social que sufre. Pareciera que Putin en su obsesión por resucitar la extinta URSS quiere restaurar la persecución contra ella. Observadores occidentales estimaron que durante el régimen soviético se encarcelaron entre 800 y 1000 hombres al año por este delito. Una práctica que al parecer están retomando el gobierno ruso.
De vuelta a los persecusión
En 1952, la Gran Enciclopedia Soviética explicaba bajo la entrada “homosexualismo” lo siguiente: “El origen del homosexualismo está relacionado con las condiciones sociales diarias; para la abrumadora mayoría de personas que se permiten el homosexualismo, estas perversiones desaparecen en cuanto la persona se encuentra en un ambiente social favorable […] En la sociedad soviética, con sus sanas costumbres, el homosexualismo es una perversión sexual considerada vergonzosa y criminal”. Una definición que parece salida de la pluma de Putin.
Aunque el aparataje jurídico actual no usa esos términos, el espíritu es el mismo. Desde mediados de la década de 2010, la homofobia se ha convertido en parte de la estrategia política del gobierno de Putin. Hacia afuera como una reafirmación frente a Occidente y a lo interno como una defensa de los “valores tradicionales”.
A finales de noviembre, el Tribunal Supremo de Rusia calificó de “extremista” lo que denomina “movimiento internacional LGBT”. Aunque la ley no entra en vigencia hasta el 10 de enero de 2024, ya se han tomado muchas medidas anti-LGBTQ+. Un día después de la sentencia judicial, al menos tres clubes y saunas amigos del colectivo fueron objeto de redadas en Moscú. Las autoridades rusas no han hecho comentarios sobre las redadas. Los medios de comunicación estatales tampoco las han mencionado como parte de las redadas rutinarias contra la droga.
El impacto en la comunidad LGBTQ+ de Rusia es dramático. Caminan por una delgada línea en las que las palabras ‘propaganda’ y ‘extremismo’ se entrelazan como excusa para perseguirlos. Ahora, incluso ir a discotecas se ha vuelto demasiado peligroso. Las redadas, las fotografías de pasaportes y los actos de intimidación no son nuevos. Pero antes iban dirigidas en su mayoría contra organizaciones y activistas, no contra las personas LGBTQ+ de a pie en Rusia.
Cepo jurídico
La comunidad LGBTQ+ en Rusia ha sido objeto de una persecución cada vez más severa en las últimas décadas. En 2013, entró en vigencia una ley que prohibía la difusión de supuesta “propaganda” LGBTQ+ entre menores. Los grupos de derechos humanos dicen que fue seguido por un aumento de los ataques homofóbicos con violencia física en Rusia. En 2022, la prohibición se amplió a todos los grupos de edad. Aplicando una definición muy amplia de “propaganda” que criminaliza hasta a las personas que salen del armario.
La nueva ley prohíbe la “propaganda de relaciones sexuales no tradicionales” entre todos los grupos de edad. Una definición ambigua que se presta a múltiples interpretaciones. Cualquiera que sea atrapado cometiendo este “delito” puede ser multado con hasta 400.000 rublos (unos 5.840 dólares). Para organizaciones y periodistas se prevén sanciones económicas mucho más altas.
El proyecto de ley comenzó su recorrido por el sistema legislativo ruso a mediados del año pasado. Poco después de que Moscú lanzara su llamada “operación militar especial”. Algo que según los activistas no fue una mera coincidencia. La ley fue aprobada por el presidente ruso, Vladimir Putin, a pocos días de que se endureciera aún más la muy restrictiva legislación rusa sobre “agentes extranjeros”. El Kremlin ha utilizado esta ley para atacar a la disidencia e imponer aún más restricciones a la libertad de expresión y los derechos humanos.
Censura y autocensura
La ampliación de la ley de “propaganda gay” en 2022 provocó un aumento de la autocensura en Rusia. TNT Music, un canal de televisión ruso, eliminó una bandera arco iris que aparecía en un vídeo musical de la banda de K-pop Seventeen. Incluso antes de que se endureciera la legislación. Un tribunal moscovita multó al propietario de TNT Music, Fonbet TV, con un millón de rublos (10.000 euros/ 11.100 dólares). Luego de emitir un vídeo musical de la cantante finlandesa Alma. En el que se ve a dos mujeres bailando y besándose. Según los medios de comunicación rusos, hay cuatro casos similares en los tribunales en este momento.
El canal musical ruso AIVA también fue multado por emitir un vídeo de Sergey Lazarev. Cantante que representó a Rusia en dos ocasiones en el Festival de Eurovisión. El video muestra a parejas del mismo sexo tomadas de la mano. Las autoridades dijeron que era propaganda de relaciones sexuales “no tradicionales”. Lena Katina y Julia Volkova, que forman la banda de chicas de fama internacional t.A.T.u., están consideradas iconos queer. Aunque al parecer no se identifican como LGBTQ+. Los administradores de la red social rusa VKontakte borraron todas las fotos de ellas. Ahora además bloquearon el acceso a otras publicaciones, fotos y vídeos relacionados con el grupo.
El cine, la literatura y el teatro también se ven afectados por la autocensura y las prohibiciones. La cadena rusa STS Love retiró de su mediateca tres episodios de una serie de televisión sobre dos drag queens. Se están prohibiendo los libros que incluso aluden a relaciones sexuales “no tradicionales”. Y el año pasado, el Teatro Bolshoi de Moscú canceló una obra sobre el mundialmente famoso bailarín ruso de ballet Rudolf Nureyev que era abiertamente gay.
Medida de distracción
Para algunos activistas las medidas buscan distraer la atención de los problemas reales de una Rusia en guerra. Con la economía estancada y sin mayores expectativas de crecimiento. Y un conflicto cuyo desarrollo no ha sido el esperado. Todas las frustraciones se desvían hacia una comunidad tradicionalmente débil como es la LGBTQ+.
Exacerba además los prejuicios de la sociedad rusa. Según una encuesta realizada en 2013, el 16% de los rusos opinó que los homosexuales deberían ser excluidos de la sociedad, mientras que el 22% pensaba que deberían ser obligados a someterse a terapia de reorientación sexual. Otra encuesta del mismo año reveló que el 74% de los rusos creía que los homosexuales no deberían ser aceptados por la sociedad. Un aumento desde el 60% que expresó la misma opinión en 2002. En contraste, solo el 16% afirmó que los homosexuales deberían ser aceptados por la sociedad. Se atribuye a la ley contra la propaganda homosexual, aprobada en 2013, el incremento de la violencia homofóbica en el país.
Muchos miembros de la comunidad optaron por exilarse de su país y viajar a otros lugares en donde pueden vivir sin la amenaza constante de los hostiguen o apresen por su preferencia sexual. Ni con el temor de que, en cualquier momento, se rescaten las leyes de la época soviética. El frío de las estepas siberianas se les cuela por la columna cuando Putin califica las luchas por sus derechos como “puro satanismo”. Queda claro que es una hora muy mala para el movimiento LGBTQ+ en Rusia.
Fuente: Cambio 16