Downtown, también conocido como Vale Todo, en el barrio de Miraflores, de Lima, tiene una historia de 20 años como disco de ambiente. Luego de 103 días de cierre por la pandemia, se reinventó
Antes el ingreso era después de las 8 de la noche, ahora abre desde las 9 de la mañana. Antes había un DJ, y eso no ha cambiado. Pero luego de 20 años como discoteca del barrio de Miraflores, en Lima, donde se ganó la fama de ser el mejor club LGBTQ del Perú entero, Downtown —también conocida como Vale Todo— debió reinventarse por el cierre que le impuso el COVID-19, y el 30 de junio reabrió sus puertas convertida en tienda de comestibles.
Luego de más de 100 días de zozobra por la cuarentena, el histórico comercio decidió el cambio para mantener a buena parte de su plantel habitual de 120 empleados. Al principio intentó resistir a la adversidad económica con fiestas virtuales y deliveries de manos de sus mejores drag queens, pero la supervivencia peligraba. Entonces Downtown “volvió a nacer con un nuevo giro pero el mismo corazón”, según sus cuentas en las redes sociales. “De lunes a sábados de 9am a 6pm volvemos a abrir nuestras puertas para todo el público que quiera vivir una experiencia distinta de compras con nuestro sello especial”.
Con casi 300.000 infectados y cerca de 10.000 muertos, Perú es el país de América Latina que presenta la situación más crítica después de Brasil. Y si bien el 1º de julio terminó la cuarentena —solo se mantiene confinamiento obligatorio de los departamentos de Arequipa, Ica, Junín, Huánuco, San Martín, Madre de Dios y Áncash— los sitios con potenciales aglomeraciones, como bares y discos, seguirán cerrados al igual que las fronteras, y el turismo era una parte importante de la clientela de Downtown/Vale Todo.
La gerenta del club, Claudia Achui, contó al canal de televisión ATV+: “Nosotros, al igual que muchos peruanos y muchas empresas, hemos tenido que darle una vuelta a toda la pandemia, y decidimos plantearnos la idea del proyecto de convertir la discoteca, por este tiempo, en un market”.
Según El Comercio, principal periódico del país, el minimarket vende “productos de primera necesidad, mascarillas y desinfectantes, incluidos los de una marca propia”. Perú Retail destacó que “todas las personas que trabajaron para la empresa retomarán sus labores pero de una manera diferente y con todos los protocolos de seguridad correspondientes”. El supermercado, además, tiene un sistema de desinfección automatizada para prevenir la contaminación de sus productos y de los clientes.
Belaluh McQueen, estrella entre las drag queens de Vale Todo, dejó de actuar, de un día para el otro, y comenzó a sentir el impacto, no sólo económico. “Me deprimí mucho porque había pasado años haciendo este arte”, dijo a Reuters. Ahora se la ve en la tienda con un traje de lentejuelas, zapatos altos y una marcarilla facial que oculta parte de su elaborado maquillaje. “Hay que adaptarse a los desafíos, hay que hacerlo por el futuro”, dijo. “Tenemos una nueva oportunidad laboral”.
En sus más de 2.000 metros cuadrados distribuidos en dos plantas y cinco ambientes, las pistas de baile se llenaron de estanterías, heladeras y exhibidores con alimentos, bebidas y productos de higiene, iluminados todavía por luces que se replican en las bolas de espejos, ahora intercaladas con corazones. Los graffiti y otras formas de arte siguen adornando las paredes; en la decoración interior siguen predominando el rojo y el negro y la música suena, ahora a pedido de los clientes que se acercan al DJ.
“Estamos abriendo las puertas de esta tienda con mucho entusiasmo. Para nosotros ha sido un gran reto, ha sido realmente un camino complicado, pero hemos salido adelante”, dijo Achuy a EFE. “Cuando cerró el país, lo primero que hicimos fue una discoteca virtual, gratuita, que sigue vigente, para seguir estando cerca del público que nos acompaña siempre. Luego buscamos algo que nos permitiera generar ingresos de algún tipo, y empezamos con un delivery de productos que ya teníamos en stock y así fuimos aterrizando la idea”.
Mantener la proximidad con el público parece haber sido una buena idea. Una de las clientas con las que conversó EFE, Alexandra Herrera, era una habituée del club. “Antes venía a bailar y pasarla bien, ahora vengo a hacer las compras”, dijo. “La cuestión es reinventarse”.
En lugar de preparar o entregar los famosos cócteles de Downtown, los encargados de la barra y los meseros se convirtieron en cajeros; las recepcionistas ya no sólo dan la bienvenida, sino que orientan y ayudan a que los clientes encuentren lo que buscan; las drag queens trabajan como dependientas y reponedoras, aunque no siempre caracterizadas. “Personificar es un arte. Y esto es algo distinto. Así que se hará de manera puntual y se avisará en las redes sociales”, explicó la gerenta. Sólo los envíos a domicilio serán siempre en drag.
Tanto para Achuy como para todo el personal la reinvención es complicada: “Todo cuesta más trabajo, porque no se conoce”, dijo. Pero considera que aprender el negocio de los comestibles no le hará daño a la gestión del club cuando pueda reabrir, más bien al contrario. “Yo estoy agradecida y conmovida, porque el personal ha tomado este nuevo reto con mucha aceptación y mucho gusto, viendo que la situación está complicada”.
Downtown/Vale Todo pasó 103 días sin ingresos y, todavía, retomar su operación habitual parece cosa de “un futuro muy lejano”, agregó. “Le dimos vueltas a qué podíamos hacer para poder ayudar y dar trabajo a nuestros colaboradores, que tienen una situación muy complicada tras la pandemia. Y de ahí surgió este proyecto”. Luego de obtener la habilitación del Ministerio de Salud, el local reabrió transformado.
“Ofrecemos productos de marcas independientes, peruanas, cosas innovadoras o material de bioseguridad con diseños locales, que ahora es una necesidad. Ahora no sabemos si es viable, pero tenemos un valor agregado y eso nos hace pensar que esto puede caminar”, dijo Achuy. “En primera instancia, y como finalidad de todo, siempre estuvo presente dar puestos de trabajo. Esto es una comunidad, una familia”.
Si bien el colectivo LGBTQ peruano, que se estima en 1,7 millones de personas en un país de casi 32 millones de habitantes, tiene una larga historia de discriminación, en los últimos años su organización y el impulso de leyes ha cambiado esa situación.
“Más que una pérdida es una pausa para regresar con más fuerza”, observó la gerenta. “La marca Downtown no se ha perdido. Regresaremos cuando las circunstancias lo permitan. No es un adiós, sino que nos estamos poniendo en marcha para seguir luego con la discoteca”. Mientras tanto, al público fiel se le ofrecerá una experiencia de compras cotidianas “muy distinta, divertida también”.