La diversidad sexual y de género, en el centro de la batalla cultural en Europa
El pasado 30 de noviembre, el Tribunal Supremo ruso declaró “extremista” al “movimiento social internacional LGTBI». Ahora cualquier persona considerada miembro de este colectivo puede ser perseguida por las autoridades. Putin defiende que su país está luchando contra un supuesto colonialismo occidental que pretende acabar con la cultura rusa a través de la aceptación de las diversidades sexuales y de género.
“Buscan destruir nuestros valores tradicionales e imponer sus falsos valores (…), que conducen directamente a la degradación y a la degeneración, porque son contrarios a la naturaleza humana», ya había declarado el presidente ruso en un mensaje televisado en el que anunciaba la invasión de Ucrania.
Ideas como que los colectivos LGTBI están amenazando a las personas que quieren vivir de forma tradicional, que hablar de diversidad sexual es una forma de adoctrinamiento o que la homosexualidad hace peligrar el futuro demográfico de Europa son una constante entre los grupos ultraconservadores y religiosos que han dirigido los ataques hacia las personas LGTBI.
Varios países postcomunistas han sido sancionados por la justicia europea
A medida que nos desplazamos al Este del continente europeo este tipo de discursos ganan visibilidad y los derechos del colectivo LGTBI disminuyen, alcanzado incluso a miembros de la Unión y provocando conflictos con las instituciones comunitarias.
En el 2022, el Tribunal de Justicia de la UE inició un procedimiento de infracción contra Hungría por una ley que prohíbe mostrar contenidos LGTBI a los menores de 18 años. Poco después, un proyecto de ley similar fue presentado en Rumanía. Lituania fue sancionada a principios de año por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos tras haber censurado un libro infantil con personajes homosexuales.
Anastasia Smirnova, directora de programas en Ilga-Europe, una organización que ha realizado un mapa de Europa en el que los países con una mayor protección legal para el colectivo LGTBI aparecen en verde y los más inseguros en rojo. En su mapa parece erigirse un nuevo telón de acero, pero hay algunos matices.
“Hay países como Georgia que aparecen en amarillo, simbolizando una legislación correcta, pero donde los crímenes de odio han aumentado y a menudo quedan impunes”, dice Anastasia. “En cambio, en otros países como Hungría o Polonia que suelen ser destacados como los peores ejemplos, está creciendo la aceptación en la opinión pública y la actividad de las asociaciones LGTBI”, añade.
En los últimos años, los países del Este han sido el epicentro europeo de los ataques a la comunidad LGTBI. En la marcha del Orgullo de Bucarest de 2022 una persona lanzó bombas de gas y en otra ciudad rumana los manifestantes recibieron una lluvia de huevos de atacantes religiosos ultraconservadores. En octubre del 2021 un candidato a la presidencia búlgara participó en un ataque a un centro comunitario LGTBI en Sofía, golpeando a un miembro del personal y destrozando mobiliario y aparatos electrónicos. Ese mismo año la sede de los organizadores del Orgullo de Tiflis, en Georgia, fue saqueada por militantes de extrema derecha. En Bratislava un atentado a un bar gay se cobró la vida de un joven en octubre del año pasado.
Polonia hizo saltar todas las alertas cuando en 2019 más de 100 localidades se declararon “zonas libres de ideología LGBTI” y llevando a la Comisión Europea a iniciar un procedimiento de infracción. El incremento de la hostilidad contra las personas LGTBI vino de la mano del gobierno del partido ultraconservador Ley y Justicia, que después de ocho años en el poder acaba de ser desbancado por la coalición progresista de Donald Tusk.
Para la socióloga Elżbieta Korolczuk, el caso polaco es un ejemplo de cómo un partido populista de derecha consigue ampliar sus apoyos adoptando un discurso “antigénero”. “Viktor Orbán en Hungría o Putin a partir del 2013 han usado este tipo de discursos para consolidar su apoyo”, explica a La Vanguardia. Defiende que la alianza entre los partidos y los movimientos antigénero ha sido “una de las claves en la difusión del odio contra la comunidad LGTBI”.
“En los países de Europa del Este la homofobia y transfobia ha llegado a niveles mayores porque nuestras democracias son más débiles” afirma Korolczuk. “En Suecia o en Alemania, hemos visto tendencias similares pero las instituciones son mucho más estables y eso ha frenado que se llegara una situación como la de Polonia ”, añade la socióloga.
«El rechazo a la homofobia lleva a los populistas a redirigir su discurso hacia la antimigración»
La buena noticia es que la población europea cada vez es más tolerante. En Polonia la aceptación de la comunidad LGTBI ha alcanzado los mayores niveles de los últimos 8 años. Pero Korolczuk dice que este rechazo cada vez más amplio a la homofobia está llevando a los partidos populistas de derechas a cambiar de estrategia y redirigir su discurso hacia otros temas como la migración: “Ahora la derecha está usando reivindicaciones de una agenda de género progresista para promover políticas anti-migración e islamófobas”.