Zamora, la tercera ciudad más importante de Michoacán, huele a café, a fruta y a chongos, un postre tan tradicional como absolutamente irresistible. Zamora es ciudad y también es campo. Huaraches, sombreros y talabartería en los mercados. Modernas tiendas y calles de otras épocas en el centro, con sus fachadas de colores de altas ventanas enrejadas. Zamora está llena de contrastes, con su centro bullicioso y el encanto y el ritmo pausado de las pequeñas ciudades.
El corazón de la ciudad está salpicado de altas torres que tocan las nubes. El Santuario de Guadalupe se distingue, inconfundible, antes incluso de llegar a la ciudad. También se levantan orgullosas las torres de la Catedral, del Sagrado Corazón, de San Francisco o del Calvario.
El centro es íntimamente tradicional. La plaza principal, presidida por la Catedral, es un agradable jardín rodeado de portales, el lugar para ir a comprar, a comer o simplemente a pasear. A un costado, el hermoso Mercado Morelos, donde no podrás pasar de largo de su corredor dedicado a las tentaciones más dulces. Las calles aledañas están ocupadas por un animado tianguis que cobra vida cada mañana y desaparece al anochecer. Y así pasa la vida en Zamora, tranquila y llena de sabor.
Te recomendamos:
- Probar los archifamosos chongos zamoranos, un delicioso postre elaborado con leche. El mejor sitio es el corredor de los dulces del Mercado Morelos, donde además puedes comprar productos ya envasados para llevarte un recuerdo.
- Comprar café en algún tostadero. Los zamoranos son muy aficionados a su café y en todo el centro encontrarás tostaderos artesanales. ¡Pruébalo!
- Probarte un sombrero o unos huaraches tradicionales en el tianguis.
- Averiguar los eventos que hay en el Teatro Obrero y el Centro Estatal de las Artes, que bien valen la pena la visita.
- Pasar un día en naturaleza en Camécuaro, un delicioso parque en torno al lago, donde la sombra de ficus centenarios ofrece un lugar inmejorable para un día en familia.